Una de esas tantas veces fue, que al yo estar algo transpirado por el calor reinante en estos tiempos, aprovecharon para hacer de las suyas conmigo, mientras una se dedicaba a besar mis labios, mis mejillas, mi cuello, la otra por su parte recorría mi espalda con su lengua a modo de secarme la transpiración, se tomaba su buen tiempo en mi espalda recorriéndola en toda su extensión. La sensación que yo sentía era algo sin palabras, como una especie de cosquillas interminables por parte de las dos.
Pero el caso es que en un determinado momento, me cansaron, me aburrieron, las traté de correr sin efecto aparente, así que tome la gran decisión de terminar con las dos.
Me levante muy despacio, sin que ellas sospecharan nada, tome un spray insecticida, y cuando estaban distraídas les aplique el mismo muy cerca de sus bocas. Las vi toser, revolcarse en el suelo, tratando de respirar, hasta que en un momento ya dejaron de moverse. Ahí fue cuando me di cuenta que las dos estaban muertas.
Y bueno es que no me gustan las MOSCAS.
Ing. Jorge Velazco